en Qué vida más triste

Sólo puede pasarme a mí­ (Segunda Parte)

Continuando con la narración del día anterior , prosiguen las aventuras y desventuras de nuestro anti-héroe por tierras desconocidas.

– SEGUNDA PARTE: Primeras impresiones de Mordor –

Jueves, 23 de febrero de 2006
Tras esperar un poco en la estación de tren, aparece la mujer, bueno, la chica (más joven que yo) con la que había hablado por teléfono. Me comenta que le acaban de joder el retrovisor derecho del coche en el pueblo, que tuvo que venir hasta la estación con él colgando y que a ver si podemos colocarlo o algo. Nada, vamos hasta el coche tal y cual, el enganche está completamente roto y no parece que haya forma de hacer un apaño. Estamos allí unos minutos probando y nada, no parece que se pueda poner, así que sugiero ir hasta la empresa y pegarlo con la típica cinta de embalaje tano-style. Correcto, nos encaminamos hacia la empresa. El pueblo donde está la estación parece tener actividad, pero a medida que nos alejamos parece que se va reduciendo. Por el camino nada vamos hablando de lo típico, que en qué consisten los proyectos que hago, pregunto a qué proyectos se dedica la empresa en concreto… seguimos con que de dónde soy y tal… nada… lo normal. Sobre la conversación sólo recuerdo una frase que me dijo. Cuando me lo comentó no le presté importancia, pero con el paso de los acontecimientos, es una situación que recuerdo perfectamente. No sé qué dije, o que vió ella, pero a los dos minutos de conocerme dijo algo como "pero… y vas a marchar de allí para venir a trabajar hasta aquí, ¿por qué?" no recuerdo exactamente las palabras, pero el tono era como de incredulidad. No tuve ni tendré la oportunidad de preguntarle porqué me dijo aquello, pero es algo que me hubiera gustado saber.

Salimos del pueblo donde se encontraba la estación de tren y nos vamos acercando al pueblo donde se encuentra la empresa. A medida que nos vamos acercando, la carretera y la zona se va haciendo más oscuro. Serían las 8 o así y en febrero, ya era noche cerrada. Al final, después de pasar algunos polígonos y algunas dudas sobre qué dirección se debe tomar, vamos entrando al pueblo. Típco del sur, casas de pocos pisos. Eso sí… ni un alma por la calle. Con las aceras poco iluminadas, tiene un aspecto poco acogedor. Pasan los típicos rastrojos de las películas del oeste mientras se oyen aullidos de lobo. Bueno, eso quizás lo estaba viendo el 'subconsciente del goran' y no estaba pasando de verdad, no sé. Vamos pasando suave debido a unos badenes que hay en la carretera principal, y me fijo en un edificio antiguo de dos plantas que tiene un cartel enorme, pero enorme de unos 2 ó 3 por 8 metros, en la fachada que pone algo como "EDIFICIO B*I*OCLI*MÁ*TICO. ACUERDOS FIRMADOS. AY*UNTA*MIENTO RESPO*NS*ABLE ¡QUE SE CUMPLAN YA!" o algo así. Flashbacks de la denuncia a la universidad, al rector, al suegro del rector, al carnicero y a todo el mundo en general me vienen a la memoria. Me digo "no puede ser ahí". Vaya, qué curioso, el coche se detiene justo enfrente. Ahora que me bajo del coche, puedo fijarme un poco más. El edificio es antiguo, y tiene la típica estética de los 60 o 70 de cuando se intentaba hacer un edificio un poco más moderno de lo normal pero que ahora parece una fumada del arquitecto de la época, que creía ver más allá del tiempo y del espacio, pudiendo así ver los tiempos venideros. Además del mencionado cartel, tiene un letrero luminoso de esos de leds rojos que brillan que-te-cagach. Por él pasan anuncios como "FINCAS – CHALETS – PISOS – ALQUILER – VENTA" y similares. Encaja perfectamente con el rótulo que hay debajo que pone Inmobiliaria 'Z', pero el nombre de la empresa no aparece por ningún lado. Nos acercamos a la puerta, una de estas altas con cristales trasnlúcidos. Entramos y veo dos escritorios llenos de papeles y uno con un ordenador. Justo enfrente de la puerta hay un pequeño despacho que tiene el rótulo de 'Arquitecto' en la puerta. La chica me dice de la que pasamos caminando que nada, que esta primera parte no es de la empresa, que es de una inmobiliaria. Entramos por una puerta que sí que pone el nombre de la empresa. Al entrar, me presenta al chico #1, y me comenta que el jefe y el tío con el que hable por teléfono están reunidos y que saldrán ahora. Me señala una especie de zulo iluminado en un pequeño altillo que no se cae porque dios inventó el CypeCAD. Nada, ella le comenta al chico #1 lo del espejo y tal, que va a ver si encuentra algo para arreglarlo… Volvemos al coche a intentar hacer algo. Hace un frío que pela, y me estoy congelando. Nada… será por frío hombre. El chico #1 intenta colocarlo, y la chica dice que lo quiere fijar con epoxi (¿¿qué??). Estamos allí los dos sujetando el espejo con un frio del carajo mientras llega ella con el rollo ese. Está mezclando la pasta esa y le pregunto que qué es. Me dice "es resina epoxi, como un pegamento muy fuerte, viene en dos componentes por separado y hay que mezclarlos". Comento "ah, como el araldit ¿no?". Responde "eeeeh… sí… de hecho es araldit". Ya veo, resina epoxi. Lo echa en el espejo mientras lo vamos sujetando por turnos. Qué bonito el levante, quién necesita prendas de abrigo, coño ¿allí no hace un calorazo tremendo siempre?. Le digo que si el araldit es el rápido o el normal, porque si es el normal tarda como 24 horas en fijarse. Me dice "… eee … … que bueno si supiera qué tubo es el catalizador que podría poner más y así acelerar la reacción y…" y que pin y que pan, bueno pues entonces quizás sería mejor envolverlo en cinta adhesiva y a tomar por saco ¿no?.

Después del rollo del espejo entramos en la 'empresa' a esperar que acabe la reunión. Básicamente a ver si hace menos frío que en la calle, pero parece que no. Mientras tanto, me enseña un poco la 'empresa' por encima. Me enseña el equipo sobre el que está trabajando ella. Se trata de una especie de nevera llena de tubitos y de frascos mierda en descomposición en general (eso tiene sentido, es parte del equipo). La nevera tiene atornillado en la parte superior un portátil que está mostrando gráficas de no sé qué. Además, también tiene un interruptor automático y una fuente de alimentación. Bien, ¿i+D no?, experto en diseños electrónicos de fabricación en serie ¿no?, experto en transducción de señales ¿no? experto en… experto en…, no si será por pedir hombre. Y yo pensando en electrónica puntera, pero qué pardillo puedo llegar a ser. EL bajo de la vivienda es grande, y no parece que haya muchos trabajadores. De todas formas, parece un poco abandonado, equipos antiguos, material de saldo, todo parece bastante descuidado. Ellos hablan de sus cosas mientras esperamos a que acabe la reunión. Un rato después acaba la reunión, y es entonces cuando veo al jefe, un señor mayor y de apariencia afable… algo como.. coño agüelo.. ¿qué tal oh?. También veo al tío con el que hablaba por teléfono antes de llegar. Tiene unos treintaitantos y tiene pinta de nerd, como yo vamos. Están hablando bastante con las otras personas de la reunión, por lo que me quedo un poco al margen. El jefe dice a todos que nos acerquemos a tomar un café al bar que está justo enfrente del local. Por supuesto, a las 9 de la noche el bar está prácticamente cerrado. No hay ni un alma. Un bar típico de pueblo genérico, con su aspecto cutrecillo y churretoso. Allí pedimos todos unas cosas, el jefe se equivoca de vaso a mitad de la charla y pasa a beber de mi taza de café. Al rato se da cuenta, se disculpa y me sirven otro. Nada están hablando entre ellos con los tíos de la reunión y me quedo hablando con la chica y con el otro chaval.

Salimos del bar. Se despiden de los tíos de la reunión y pasan a hablar conmigo. El jefe me pregunta que qué tal el viaje, que el avión, que si la abuela fuma, que tal que cual. Está un poco acelerado. Me comenta que ya se ha hecho un poco tarde y que seguro que estoy cansado del viaje, así que será mejor que me lleven al hotel y ya mañana empezamos en serio. Pues muy bien, me despido del chico #1 y de la chica hasta mañana, y me quedo con el jefe y el tío con el que hablé por teléfono. Subo en el coche del tío y vamos hasta el hotel. Por el camino lo mismo… calles y más calles sin un alma por la calle… etc. etc. Bien. Llegamos al hotel en cuestión. El hotel está más alejado del pueblo, así que si no hay ni un alma en general, en las inmediaciones del hotel no hay un alma al cuadrado. El hotel tiene tres plantas, y está pintado en un color salmón, con algún que otro desconchón en la fachada. Más o menos tendrá 15 habitaciones. Está llevado por los miembros de una familia, y viven en el hotel, todo muy familiar y tal pascual me es igual. Pedimos la llave y subimos el tío, güelito y yo a mi habitación. Cuando abro la puerta, sobreviene un momento típico de estos de película en los que ralentiza el tiempo, esperando lo que vendrá a continuación. La habitación no está del todo mal. Es pequeña; la cama y la mesilla tienen un aspecto un poco cutre, pero eso sí, tiene terraza (de 2 metros cuadrados más o menos). Bueno… podía haber sido peor, no me cabe la menor duda. Güelito no hace más que insistir en la terraza y que se ve el mar desde la habitación, que lo pidió expresamente. Ya ves… el mar… ese gran desconocido… también es coincidencia que en mi CV ponga que vivo en una cuidad costera pero.. qué coño… ¿quién lee CVs en estos días después de todo?. El jefe me dice que nada, que mañana me pasan a buscar a eso de las 9 y vamos para la empresa. Me comenta que baje a cenar al hotel, que lo carge en la cuenta de la habitación que será por perres. Pues nada, vuelvo a estar solo otra vez. Allí en la terracita de la habitación viendo el horizonte… imaginándomelo más que nada porque hay una niebla del carajo y no se ve un palmo. Bajo a ver si ceno un poco. El comedor tiene unas 10 mesas, y hay una única persona cenando delante de la televisión, además de la chica de recepción-barra_del_bar-camarera. La verdad tengo poca hambre, así que pido que me sirvan una ensalada. La tía se queda flipando. "Es que… una ensalada… eeee… nosotros las servimos sólo con otro plato… como acompañamiento". Vale… perfecto. "Pero vamos, no se puede preparar así una ensalada en una fuente, con lechuga, tomate, bonito…". La tía tarda en reaccionar antes de marcharse. Al final, me traen un plato con exactamente lo que me había dicho… una ensalada de acompañamiento. Es decir, cuatro hojas de lechuga un tomate y cuatro aceitunas. Bien. Como había comentado, tenía poca hambre. Acabo, me vuelvo a mi habitación… veo la tele un poco tal y cual. Trato de convencerme de que hay primeras impresiones malas, pero que luego se arregla todo. Pagan una pasta, entonces… ¿qué problema hay?. A dormir, que mañana será un día muy largo.

– FIN DE LA SEGUNDA PARTE –

El día siguiente será uno de esos días en los que aprendes una lección valiosísima sobre la vida. No sé qué lección, pero vamos aprendes una.

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