Uno de los cacharros más inútiles de nuestros días es el claxon. La idea era buena en su momento, en las primeras etapas de la automoción. Por aquellas fechas, los coches iban a unos 40 kilómetros por hora y los frenos eran poco efectivos. Por lo tanto, si uno avistaba a un peatón imprudente o despistado, podía hacer uso del claxon para advertir del peligro. Todo se basa en tiempos de reacción. En este caso todo el proceso de ver el peatón, procesar la situación y tocar el claxon se podía realizar antes de que se llegase a producir el accidente, cuestión de segundos.
El potente claxon de los trenes actuales es un ejemplo de su uso correcto. La inercia de un tren no le permite parar en un espacio suficiente, por lo que si el conductor detecta a un peatón despistado cruzando las vías, la mejor opción es accionar el claxon y confiar que éste se aparte.
En la actualidad, ¿qué sentido tiene el claxon?. No sirve para nada. En un análisis práctico, el tiempo entre que se detecta el peligro, se acciona el claxon, el otro conductor se entera, y actúa en consecuencia es suficiente para mandar a los dos al hospital. Se necesita todo el tiempo de reacción para que el conductor que ha advertido el peligro pueda accionar los frenos o el volante. ¿Para qué sirve entonces?. Para echar la bronca. Una vez pasado el peligro, nada mejor un buen bocinazo para decir «mec*g**t*p***m****h******ag***p***». Nada de pensamiento positivo: «vaya de la que nos hemos librado, y todo por una distracción». Todo muerte y destrucción.
Otra de las grandes ventajas es esa armoniosa melodía que producen. Qué hermoso es estar tumbado en la cama disfrutando esos bellos sonidos.
En The Smoke Sellers no nos gustan las prohibiciones, así que en lugar de eliminar el claxon, vamos a aprovechar la tecnología para tratar de buscar una solución que se adapte a todas las partes. Nuestro sistema patentado DM50C permite mantener el claxon instalado en los coches, dar rienda suelta a la ira asesina del conductor y reducir la presión acústica (media) en el ambiente. ¿Cómo?. Cuando a un conductor le hagan un «pirula», este puede accionar el claxon y un pequeño dispositivo en el coche del otro conductor hará que este vuele grácilmente por los aires. Ahora bien, para reducir el uso del claxon y la «mano floja», hay un 50% de probabilidad de que el coche que estalle sea el propio. Es decir, piénsatelo bien antes de pitar a alguien, porque puede volar por los aires él… o tú… 50%-50%. Un complejo sistema analiza en tiempo real la situación gracias a unas cámaras instaladas en los coches, de forma que el conductor que está siendo «pitado» es identificado con menos del 0.000000001% de error.
Coche pixelado realizado por iSTVAN
De todas formas, esta versión preliminar ha de ser estudiada con detenimiento. Puede que el problema se agrave tras la modificación. Después de varios meses de simulación, nuestros computadores han realizado una previsión de cómo sería un día cualquiera en una cuidad con bastante tráfico.
Previsión de Madrid en 2010 tras la implementación del sistema DM50C
El sistema todavía está en fase de prototipo.