Ya está aquí, ya llegó la nueva obra de James Cameron, Avatar. Una vez más el tío Cameron se ha puesto detrás de la cámara dispuesto a gastar una importante cantidad de dinero.
La película narra la historia de un ex-marine, confinado en una silla de ruedas, el cual es enviado al planeta Pandora, en donde se extrae un material para la Tierra. Para poder sobrevivir al entorno tóxico del planeta, se convertirá en un híbrido entre los humanos y los nativos de Pandora, los Na’vi. Tiene la misión de infiltrarse entre ellos puesto que son un incoveniente para la extracción del mineral, y allí conocerá una chica que le hará ponerse en medio de los dos frentes.
Todo el mundo está ansioso por este estreno, los fans de la obra de Cameron llevan esperando mucho tiempo, en la red llevan años hablando de la peli. He de confesar que yo era seguidor de Cameron, y por eso considero que hay que darle una oportunidad, eso lo primero de todo.
Pero me preocupo, ¿por qué?, por las comparaciones que se hacen con Titanic, incluso realizadas por uno de sus propios productores John Landau, alabando el uso de las nuevas tecnologías, que han sido pioneras para la realización del film, como en su día sucedió con Titanic, y que se han utilizado necesariamente para poder contar una historia que de otra manera sería imposible contar.
En contra de lo que piensan muchos (y muy cercanos a mí) considero que Titanic es una historia mediocre contada en un escenario de lujo. Sé que ganó muchos premios y es una de las películas de la historia del cine y todo eso. Pero personalmente no la tengo tan bien valorada.
Pues bien, espero que Avatar no sea un nuevo Titanic. Rezo para que esto no le suceda a Cameron otra vez. Por eso llamo a la calma, que todo tipo de publicidad de masas no nos lleve hacia la locura, y a mantener la sangre fría frente a uno de los estrenos de la temporada.
Si ya tienes la entradas, tampoco te castigues, vete a verla y cuéntanos, de todas formas, siempre nos quedarán los Aliens, Abyss, y Terminators.