Disparando electricidad por los dedos

¿No os ha pasado alguna vez que al coger un pomo de una puerta os ha pegado una ligera descarga?. Pues bien, la descarga no os la estaba dando la puerta a vosotros si no vosotros a la puerta. No se necesita estar muy aislados para que esto ocurra. Nuestros habituales zapatos y la mayor parte de suelos que pisamos ya son suficientes para que nuestro cuerpo se carge de electricidad estática y obtengamos un potencial que haga saltar una chispa a distancias de milímetros (capacidad conductora del cuerpo humano da para mucho). Para cargarnos solo necesitamos frotar lana o trabajar horas frente a un monitor antiguo. Existen no obstante métodos más expeditivos como el de José Munioz, de Puerto Rico que dedicandose al sano negocio de reparar televisores descubrió que el potencial con el que se puede cargar una persona (o por lo menos él, no intenteis esto en casa) es bastante más alto de lo que se pensaba (aunque no llega a esto). José es capaz no solo de mover papelitos (una de las típicas pijadas) si no que enciende cerillas, hace brillar fluorescentes e incluso quema papeles con solo acercarles el dedo.